Pero
el a ella la quiere de forma libre y pura. Libre de superficialidad,
pura, de ausencia de maldad. El a ella, la ama por lo que es y no por lo
que pueda darle. La ama por su forma de soñar y nunca la juzga por sus
miedos. La quiere sin límites. Sin límites de tiempo, de espacio o
lugar, él va a por ella a dónde quiera que sea. No espera nada a cambio,
con un poco de la luz de la sonrisa de ella le basta.
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