Voy paseando tranquilamente por esta noche de
martes. Una de las pocas que aún quedan de verano. Aún no noto el frío, pero sé
que pronto llegará… pero para ese entonces debo haber aprendido a ser fuerte. A
vencerlo con mi propio calor. A aceptar que no estarás porque simplemente tu y
yo sólo fuimos dudas y sonrisas en el aire, aunque tal vez en el deseo de
querer marcar un camino claro y exacto, nos quisimos. Sí, entre tanta confusión
creo que existió un poco de amor. Y gracias al acto de arriesgarse vivimos los
recuerdos que me ayudan a ser lo que hoy soy.
Y sigo sonriendo con una sonrisa torcida y
manchada de tristeza, paseando por otros recuerdos del pasado que ya dejaron de
ser dolorosos y convenciéndome de que podré superar esto también. Cada calle
que voy dejando tras mi espalda guarda un secreto que forma parte de lo que
ahora soy.
Y mientras trato de alcanzar mi tranquilidad y
dejar de pensar en el dolor de notar que pronto partiré de tu camino, mi
corazón no para de gritar :
“Sólo necesito que creas… que no escondas tu
infinita fe tras los miedos.
Deja que se evapore la inseguridad…
Cree como siempre lo has hecho… deja volar tu
ilusión,
Sabes que por más decepciones que vengan ella
seguirá siempre viva
Hasta que encuentre el motivo por el cual
siempre ha seguido luchando.
Nunca te olvides de tus sueños, nunca te
olvides de la luna que te guía,
Nunca te olvides de que eres una soñadora que
nunca se rinde…
Y que tienes suficientes sueños como para
plantarle cara a la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario