Y las palabras de desvanecían en nuestro silencio
que nos decía mucho más . . .
No necesitábamos ya llorar
porque nuestras lagrimas se unían convirtiéndose en sonrisas.
Y nuestra alma se purificaba...
y nuestro interior se embellecía aún más con la llegada del alba.
Juntos somos uno
Y en uno existimos los dos.
Ya no teníamos que esperar,
podíamos empezar a tatuar nuestra historia en la eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario