Nunca se me dieron bien las despedidas. Esta
noche es eterna en mis recuerdos.
Sí, tu enseñanza viene con una cierta dosis de
eternidad.
Me has tatuado las ganas de seguir soñando.
Es curiosa la facilidad con la que el destino
te expone en situaciones dolorosas y de
repente sudece algo mágico y fugaz que te demuestra que la vida es mucho más
que tiempo vacío.
Ahora comparto secretos contigo y se que te
los llevarás lejos.
Yo sigo mis sueños y tu los tuyos. Pero el destino los
cruzó y por más tiempo que pase, nunca olvidaré nuestros amaneceres fugaces.
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